Quienes formamos Yo Silbo venimos sorteando desde hace años críticas duras e intentos de desprestigio de gente que compartió muy buenos ratos alrededor del amor por este patrimonio.
Hay veces en que lo que hacemos mal es enseñar, pero cada año son más de medio centenar de nuevos silbos los que se escuchan en campos, ciudades, casas y calles de nuestra tierra tras aprender con nuestros cursos. Seguro que nos faltan un montón de cosas, pero le dedicamos muchísimas horas de empeño para mejorar, y los resultados nos avalan. Incluso nos enorgullecen los magníficos silbos de quienes hoy dedican más tiempo a dividir que a unir.
Otras veces dicen que menospreciamos a La Gomera. Basta con ir a cualquiera de nuestras sedes para constatar cómo los hitos gomeros en el silbo y sus maestros son parte de la presentación de un curso que bebió de la isla de Hautacuperche para ser lo que es ahora. Gracias a la pervivencia reciente del silbo en La Gomera pudimos llevarlo a toda Canarias y conocer a muchísima gente y su relación con esta manera tan hermosa de comunicarse. Es probable que no haya alumna o alumno que hasta del curso más reciente no haya silbado con discreción y respeto con la mágica Chipude de fondo.
También es muchas veces el problema el Silbo Herreño. A veces su existencia, otras nuestro apoyo, otras el nombre. Defenderse de esto es lo más difícil, porque las acusaciones son a discreción y contradictorias. En este sentido, Yo Silbo apoya sin fisuras la labor de la Asociación por la conservación del Silbo Herreño y la Asociación Ossinissa, y aplaude el empuje que, contra viento y marea, dedican a una labor gigantesca que devolverá el silbo de la isla de El Hierro en un estado pletórico. Hay bibliografía, documentales, crónicas, testimonios vivos, pero sobre todo hay una medicina infalible: vayan a El Hierro y hablen, pero sobre todo, escuchen a sus protagonistas.
Podríamos analizar y rebatir cada uno de los ordenados puntos del reciente comunicado que estas antiguas compañeras y compañeros dirigieron a la Dirección General de Patrimonio y divulgaron públicamente. Amantes, seguro, del silbo pero que libremente escogieron un camino que decidieron fuera hostil y sin comunicación, basado netamente en el ninguneo y el desprecio a través de redes sociales. Pero no estamos para estos pleitos.
Conocernos es muy sencillo. Es por lo que trabajamos desinteresadamente con respecto al silbo, tanto dentro como fuera de Canarias. Visiten nuestras redes y busquen una única publicación que denoste al silbo en La Gomera, a sus silbadoras y silbadores, vitales en el rescate de este legado, o incluso a las personas firmantes de ese comunicado que pretenden poner voz a una isla que habla por sí sola y lejos del enfrentamiento. Busquen las invitaciones a nuestros encuentros o a debatir los aspectos del silbo que hacemos llegar insistentemente a quienes representan institucionalmente el Silbo Gomero.
Acérquense, conózcannos, pregúntennos, contradígannos y, sobre todo, silbemos. Vamos a seguir investigando todo lo que tenga que ver con el lenguaje silbado, apoyando las iniciativas que lo valoren desde el amor a su historia, sus protagonistas y a su futuro. El siglo XXI es un escenario absolutamente distinto al que el silbo conoce desde sus tiempos más remotos. Sepamos ubicarlo y démosle la vida que aún le quede por vivir. Para esto, la receta mágica puede ser que exista. Es la actitud.
Nos vemos el próximo curso.
El presidente de la Asociación Yo Silbo, Rubén Jiménez Sánchez.